jueves, 9 de septiembre de 2010

Dar frutos fuera de temporada.

Los Viernes salimos algunos a predicar Biblia en mano en algún Hospital, vemos a los enfermos y llevamos la Palabra u oramos por quien así lo desee.

El otro día fui solo aunque Jesús los enviaba de dos en dos a evangelizar. Pero decidí ir, aún solo, porque venía de leer que en la primera señal que hizo Jesús en las bodas, cuando convirtió el agua en vino, me dí cuenta que no era su momento. No era tiempo de dar frutos para Jesús y sin embargo obró lo que se le pidió. Lo mismo que El mismo le exigió a la higuera más tarde... que diese frutos a tiempo y fuera de tiempo. También se habla así en Isías. Búscalo.

Seguí así a Jesús, porque si no hay dos reuni-dos en su nombre no se asegura la Presencia, y sin la unción es dificil predicar Palabra de Dios, pues solo el Espiritu de Verdad puede dar Testimonio de Jesús. Hay que revestirse de El. Sin embargo el Maestro dió lo que tenía, aún sabiendo que luego tendría más y sería mejor esperar... no esperó... no dijo:  bueno espera a que esté preparado... o coincida con alguien más para ser dos (que a él no le hacía falta)  y entonces seguro que podré llevar el evangelio u obrar el milagro...

Tomé con una mano a Carmen y con la otra a Candelaria. Las dos postradas en la cama. Carmen me hace mucha gracia porque solo quiere besos y los pide en la boca. Candelaria que casi no puede hablar repetía que me había hechado mucho de menos. Se me acongojaba el alma de lo necesitadas que están algunas personas de esperanza... y eso que Candelaria es de las quer habla con Jesús todos los días. Como Santiago.

Que dificil hacer entender a Santiago que hay que esperar en paciencia como Job, porque saliendo de la prueba Dios te levanta. Que fácil es pedir paciencia al de enfrente.

Y que decir de Yorgo, este griego loco que ya está haciendo rehabilitación, salvado de milagro de un coma por un accidente en el cual fue el único superviviente y que le falta media cabeza pero no de inteligencia.

Dios, ten misericordia y haz que te conozcan en abundancia, porque te buscan y te hablan cada día. Eso me cuentan. Gracias Padre que siempre escuchas a tus siervos. Estos son mis amigos... los que te han recibido. Hay más, pero estos están marcados en mi corazón.

El otro día sentí la dureza de un corazón. Repartiendo una carta donde se expresaba lo que decía Dios a sus hijos, empapelé ese hospital y al ofrecersela a un par de jovenes me dijeron:
- No me interesa.
Es su libre elección y sé que debe ser así. Yo también debí rechazar lo mismo alguna vez y ahora glorío al Señor.

Por otra parte quiero dar testimonio de que anoche escuché llover con una fuerza atronadora, me pregunté si me habría dejado algún grifo abierto o qué... pero no era eso... estaba lloviendo a mares... me dió tiempo a pensar la que estaba cayendo en un momento... el caso es que al asomarme a la calle no había llovido... estaba seca... y no fue lo que vulgarmente llamamos sueño. Estuve dando vueltas a aquello. Luego me acordé de como oía Santa Teresa de Jesús las cascadas de agua torrencial... y mi hija me recordó entonces que el día anterior había pedido que yo pudiese escuchar la Voz del Señor.

Las mejores oraciones son las de los niños.

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